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Nuevo presidente, pero la misma mierda

En nuestro país ya nada sorprende, aunque con muchas esperanzas, el pasado 15 de agosto asumió como nuevo presidente de la República el cartista Santiago peña la vivencia de la población sigue siendo una mierda. El lema del mandatario “Vamos a estar mejor” solo beneficia a unos cuantos y los más privilegiados son los familiares de los políticos y parlamentarios, quienes ganan jugosos salarios.

La población soporta un debacle total de su economía, ni tomates pueden consumir porque el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), a cargo del Dr. Carlos Giménez, es una simple agencia de empleo y no logra una buena producción para abastecer el mercado local. Esto hizo que el precio trepara por las “nubes”. Sin embargo, las cosas no terminan ahí, se vienen los aumentos en las tarifas de los peajes, en las rutas privatizadas será elevado en un 50% y en las estatales 100%.

La inseguridad también es “el pan nuestro de cada día” de los habitantes, los delincuentes y en especial los motoasaltantes se apoderaron de las calles. En los grandes robos siempre aparecen como protagonistas policías y militares.

Poca autoridad tiene Santiago Peña, el poder aparentemente está en manos de Horacio Manuel Cartes, y esto hace que la incertidumbre reine en el país. Como los cartistas cuentan con mayoría en el Congreso, gracias al potencial económico de HC, hacen lo que quieren en el parlamento, cabe mencionar que ya promulgaron la ley de la creación de la superintendencia de jubilaciones, que hasta ahora no está bien claro cómo terminará.

Los congresistas, empezando por el presidente del Senado Silvio “Beto” Ovelar conocido como Trato Apua’a, volvió a colocar a su esposa en un sitial de privilegio en Itaipú (con un salario superior a los G. 100 millones) y a su hijo en el parlamento. Le siguen otros impresentables como el diputado José Domingo “Mino” Adorno, quien también ubicó a su hijastra a su lado en la Cámara Baja.

Incluso el vicepresidente de la República, Pedro Hércules Alliana, no perdió la oportunidad para lograr que su hija perciba un salario superior a los G. 19 millones del Estado. Pero estos solo son algunos ejemplos, hay mucho más.

Santiago Peña en su afán que le dejen gobernar, otorgó “carta blanca” a los parlamentarios para disponer a su gusto de los recursos públicos. En cuatro meses de gobierno no se observa mejorías.

Por otro lado, Horacio Cartes, se refugió en la ANR, para salvarse de las denuncias de los EE.UU, que aparentemente fue un simple chaque, porque después de las elecciones presidenciales se quedó totalmente callado.

Así como están las cosas el parlamento se convirtió en refugio de los delincuentes y al país le espera un sombrío panorama para el 2024. Santi Peña, trata de emular al presidente salvadoreño, Nayib Bukele, en el tema carcelario, pero para poder gobernar al Paraguay, indefectiblemente debe divorciarse de Horacio Cartes.