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La Ande y legisladores condenan a morir en la extrema pobreza a los “verdaderos héroes de la luz”

Allá por los años 90 se acuñó el eslogan “ningún paraguayo a oscuras” y para que eso ocurriera la Administración Nacional de Electricidad (ANDE) aplicó un sistema el cual llamó autoayuda. Hoy a 34 años de aquella histórica decisión, los obreros contratados para cumplir esa misión, no son reconocidos tanto por la institución estatal como los legisladores, porque no pueden acceder a una digna jubilación y morirán en la extrema pobreza.

La autoayuda consistía en que la Ande proporcionaba los materiales, como conductores, aisladores, transformadores y otros materiales secundarios y los lugareños facilitaban postes de madera rusticas y mano de obra. En cada compañía tenía que formarse una comisión pro luz. 

Una vez completada la instalación de la red eléctrica, se necesitaba una persona encargada de mantener la línea, para esto se seleccionaba a aquella que contaba con conocimientos mínimos de electricidad, que luego realizaba una pasantía con técnicos de la ANDE, así apareció el EERR (Electricista Residente), cuya función principal era la de reestablecer la luz al vecino, reponiendo fusible, añadiendo conductores levantando poste etc.

Este electricista cubría un área de uno o dos distritos, dependiendo de la cantidad de usuarios. La ANDE preparó un precario contrato en donde la institución eléctrica responsabilizaba de todo a este insipiente personal. 

Como es sabido cada día se recibía reclamos y el electricista no descansaba hasta reponer la luz a su vecino. En el contrato se estipulaba que el EERR tenía que comprar sus herramientas, conseguirse para su movilidad y en ocasiones para su ayudante. 

Estos trabajadores en su mayoría, durante 20 largos años no descansaron, para ellos no existía sábado de tarde, domingo, feriados, Navidad, Año Nuevo ni Semana Santa, no podían acudir en acontecimientos sociales y el trabajo aumentaba mucho más con la inclemencia del tiempo. Los postes instalados inicialmente comenzaron cumplir su vida útil, desplomándose. Era urgente reemplazarlos, lo que implicó un arduo trabajo.

El EERR no tenía vacaciones, horas extras, aguinaldo, era la “escoria humana” como personal de ANDE. En ocasiones asistir al usuario en la reposición de su luz implicaba movilizarse a pie, bicicleta, caballo, moto, camioneta, auto, tractor, camión, carreta, canoa, etc., normalmente estos vehículos pertenecían al vecino, que siempre está ahí para apoyar. 

UN HEROE

Muchas veces el EERR se convertía en héroe para su comunidad, porque después de varias horas de intensos trabajos se reponía la energía y la alegría era muy grande, especialmente cuando ya caía la noche. Nuestro personaje muchas veces tuvo primero cruzar arroyos, esteros, montes, matorrales, cerro y malezas para llegar a los lugares donde se registraba la avería. El clima, no importaba: calor, frio, lluvia, tormenta, de cualquier forma, se tenía que reponer la luz. 

SOSTEN DEL SERVICIO

Pasaron 20 largos años para que la ANDE se dé cuenta que tenía a unos hijos bastardos, con mala remuneración, sin seguro, sin vacaciones, aguinaldo ni nada que se le parezca. Los EERR son el sostén del servicio que la ANDE brinda a los ciudadanos paraguayos en toda la región oriental y parte del chaco. 

Inició la etapa de meter a los EERR primero dentro del cuadro de contratados y luego al cuadro permanentes, previos exámenes. Pero estos ´´guerreros´´ ya pasaban los 60, 65, 70, 75, y algunos hasta casi 80 años de edad, muchos cayeron ´´durante las batallas´´ por accidentes o por enfermedad y hoy varios de ellos están en cama, otros con mucho desgaste físico, casi sin movilidad y la mayoría ya no le sirve a la institución.

Lamentablemente, lo poco que se aportó en manera monetaria en estos últimos años no sirve para la jubilación. Es el momento que las autoridades le den una digna y justa Jubilación para gocen de los pocos años de vida que le quedan a estos valientes ´´guarda hilos´´ estos ´´Ingenieros Eléctricos´´, a estos electricistas campaña.